A orillas del mar, con los pies siendo masajeados por la arena y el agua dos viejos amigos se encontraron después de un largo tiempo... Al verse nuevamente se abrazaron emocionados, como sorprendidos de haberse topado en aquel lugar, el mismo lugar donde tantas veces charlaron, donde tantas veces discutieron y donde tantas veces se consolaron mutuamente, el mismo lugar donde se vieron la última vez.
—Dios mío! cuanto tiempo! que placer verte de nuevo!!! ¿Cómo has estado?
—Que decirte, me siento bien, un poco confundido... no se exactamente que ocurrirá mañana, no tengo mucha fe en la mayoría de las cosas y como sabes he tropezado bastante...
—Pero te ves bien, es decir... para todas las veces que has sufrido esos accidentes en los que casi mueres... te he visto desangrar y en muchas ocasiones llegue a pensar que morirías y me dejarías solo... Tengo curiosidad... ¿Por qué has tardado tanto para venir a visitarme?
—Me apenaba mucho venir con el rabo entre las piernas, no quería escuchar ese tan temido "te lo dije" que se saldría de tus labios, pero si, debo decir que me lo dijiste, mi ultimo accidente fue casi fatal, tanto que rogué morir! el dolor fue tal que pedí a Dios acabara con mi sufrimiento... pero al pasar los días deje de sangrar, mis cicatrices fueron cerrando y aquí estoy.... Igual que en otros tiempos, tratando de mantenerme en pie y sobrevivir.
—Entiendo, pero para serte sincero te extrañe... no todo puede ser tan calculado, no todo puede ser tan frívolo, me hacían falta tus locas aventuras y bueno... me quede haciendo exactamente lo que es racional, exactamente lo medido y que te puedo decir, mi vida se volvió aburrida y sin sentido...
—¿Quién diría que me extrañarías?...
—Prométeme que no te volverás a ir...
—Lo prometo, pero prométeme tu que no me dejaras marchar... aunque pienses que estoy mal, no dejes de aconsejarme, aunque no lo creas si te escucho aun en contra de mi loca voluntad.
Estos dos amigos se abrazaron, brotaron unas cuantas lagrimas y al ver la el Sol caer juntos a la orilla del mar juraron ser eternos compañeros y nunca mas alejarse el uno del otro.
Que te puedo decir... Mi cerebro y mi corazón por fin se reencontraron, ya aprendieron a coexistir en mi cuerpo, y mi vida tomo su loco sentido nuevamente... pues a la larga, no es que mi cerebro sea muy cuerdo pero al menos es menos alocado que mi golpeado corazón y juntos son la mejor pareja pues total no puede haber un ying sin un yang.
—Dios mío! cuanto tiempo! que placer verte de nuevo!!! ¿Cómo has estado?
—Que decirte, me siento bien, un poco confundido... no se exactamente que ocurrirá mañana, no tengo mucha fe en la mayoría de las cosas y como sabes he tropezado bastante...
—Pero te ves bien, es decir... para todas las veces que has sufrido esos accidentes en los que casi mueres... te he visto desangrar y en muchas ocasiones llegue a pensar que morirías y me dejarías solo... Tengo curiosidad... ¿Por qué has tardado tanto para venir a visitarme?
—Me apenaba mucho venir con el rabo entre las piernas, no quería escuchar ese tan temido "te lo dije" que se saldría de tus labios, pero si, debo decir que me lo dijiste, mi ultimo accidente fue casi fatal, tanto que rogué morir! el dolor fue tal que pedí a Dios acabara con mi sufrimiento... pero al pasar los días deje de sangrar, mis cicatrices fueron cerrando y aquí estoy.... Igual que en otros tiempos, tratando de mantenerme en pie y sobrevivir.
—Entiendo, pero para serte sincero te extrañe... no todo puede ser tan calculado, no todo puede ser tan frívolo, me hacían falta tus locas aventuras y bueno... me quede haciendo exactamente lo que es racional, exactamente lo medido y que te puedo decir, mi vida se volvió aburrida y sin sentido...
—¿Quién diría que me extrañarías?...
—Prométeme que no te volverás a ir...
—Lo prometo, pero prométeme tu que no me dejaras marchar... aunque pienses que estoy mal, no dejes de aconsejarme, aunque no lo creas si te escucho aun en contra de mi loca voluntad.
Estos dos amigos se abrazaron, brotaron unas cuantas lagrimas y al ver la el Sol caer juntos a la orilla del mar juraron ser eternos compañeros y nunca mas alejarse el uno del otro.
Que te puedo decir... Mi cerebro y mi corazón por fin se reencontraron, ya aprendieron a coexistir en mi cuerpo, y mi vida tomo su loco sentido nuevamente... pues a la larga, no es que mi cerebro sea muy cuerdo pero al menos es menos alocado que mi golpeado corazón y juntos son la mejor pareja pues total no puede haber un ying sin un yang.
0 comentarios:
Publicar un comentario