Tal vez piensen que la protagonista de esta historia es ella... De la estúpida, inteligente, ingenua pero perspicaz de la que siempre hablo... Pues no esta vez, esta vez el protagonista es él.

Ese que ella tanto ha esperado desde hace 25 años y aún no ha hecho su entrada triunfal... Él esta en algún lugar de este planeta, leyendo, escribiendo y pensando en ella, en esa sublime mujer que aún no ha encontrado, a la que quizás ve pasar todos los días de su vida, a quien quizás a saludado tantas veces, con quien tal vez a compartido un trago ocasional y ninguno de los dos se ha percatado.

No sabe como luce su cara, no sabe como suena su voz, no conoce el sabor de sus labios ni la sensación de su piel desnuda. Pero ella sabe que él existe y él sabe que ella sueña con el... Tiene que ser ella, esa mujer misteriosa que no ha conocido, tiene que ser ella... piensa confundido pues no sabe de quien habla.

El destino ha hecho de el un “player”, ese hombre atractivo que dice las palabras correctas, con ese picardía en sus ojos, pero tiene que ser así, pues es que el destino lo esta preparando para ella, para que cuando empiece a arder el fuego entre los dos esta llama nunca se extinga, esa llama que no es solo atracción física, esa que hace que no puedan quitarse las manos de encima, pues el destino también necesita que ella sea una dama en la calle y una prostituta en la cama, ya que eso es lo que el busca en una mujer, pero que sea así solo con el.

El destino ha hecho que a ella le rompan el corazón varias veces, que aprenda lo que son los hombres, pero también es preparándola para él, ese hombre misterioso que aun no llega pero que seguro esta al doblar de la esquina en esa calle infinita y la vez tan corta llamada tiempo.

Mentí, él tampoco es el protagonista, el protagonista es el destino que juega cual niño frívolo a las escondidas, pero en este juego no habrán perdedores, pues ambos ganaran el disfrute de su compañía y placer infinito del juego de las caricias prohibidas una vez uno de ellos dos encuentre al otro para que así ambos disfruten eternamente de sus ideas retándose el uno al otro, pues el placer no solo será carnal, el placer también yacerá el estimulo de saber que hay otra persona tan compleja y maravillosa capaz de retarse a ser mejores cada día.

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